Dominada al Oeste por la Cordillera de los Andes, al Norte por el desierto, al Este por la llanura y al Sur por la Payunia, Mendoza ofrece un clima que varía de acuerdo a la estación del año y a la altitud de sus terrenos.

En el llano el clima es templado continental semiseco con lluvias en verano, pero a medida que se asciende hacia la montaña, las temperaturas disminuyen acompañadas de nieve cuya caída se intensifica de mayo a setiembre.

Con la llegada de los primeros calores y el consiguiente deshielo, se incrementa el cauce de los ríos que riegan los extensos cultivos, surten de agua a las ciudades y ofrecen un escenario ideal para los deportes acuáticos.

El verano (de diciembre a marzo) es caluroso, con eventuales tormentas y su temperatura oscila entre los 20ºC y los 40ºC; el otoño (de marzo a junio), tibio y sereno, pinta la vegetación de ocres, marrones y dorados que se conjugan con una agradable y fresca llovizna; el invierno (de julio a setiembre) es frío y seco, el termómetro oscila entre los 0ºC y los 10ºC y en alta montaña las nevadas pueden alcanzar hasta los 600 mm; la primavera (de setiembre a diciembre) trae días cálidos, el renacer de la naturaleza y el Zonda, un sorpresivo y breve viento caliente que sopla desde el Norte y provoca un descenso de la temperatura los días posteriores.

Las estaciones en Mendoza propician deportes bien definidos pero siempre con el sol como anfitrión.

 

El invierno y la nieve-polvo, característica de la montaña mendocina, invitan a la práctica de esquí, del snowboard, del trineo, entre muchos otros. El verano, a su vez, y gracias a los caudalosos ríos de montaña, ofrece una gama variada de actividades de turismo aventura, entre las que destacan el rafting, el montañismo y el ascenso al cerro Aconcagua, atractivos desafíos que brinda la Cordillera de los Andes.

 

Los grandes espectáculos naturales de Mendoza aparecen en el otoño y en la primavera cuando los extensos viñedos se preparan para la fiesta del rebrote, la cosecha y la vendimia, ofreciendo a los ojos del visitante las más distintas gamas del verde en primavera y un verdadero show de ocres y amarillos en otoño. El vino hace las veces de anfitrión y pintor del paisaje. Cada estación tiene su particularidad pero, en general, el clima mendocino se caracteriza por su sol radiante y su temperatura templada.